Ya empezaron a circular las canastas, los chocolates, alguna botella que aparece misteriosamente sobre el escritorio. Todo eso está bien. Pero entre tanto regalo visible suele faltar uno que no ocupa espacio, no viene envuelto y, curiosamente, es el que más se nota cuando no está: decirle a alguien algo bueno que de verdad pensamos de su trabajo.
No hablo de grandes discursos ni de frases solemnes. Hablo de ese “gracias por sacarnos del apuro ayer”, de un “me gusta cómo llevas las reuniones” dicho sin ceremonia, o de reconocer que alguien aporta calma, foco o buen humor al equipo. Cosas simples, dichas a tiempo, que muchas veces se quedan en la cabeza y no llegan a la boca.
Lo interesante es que esto no va solo de hacer sentir bien al otro, aunque eso ya sería motivo suficiente. Cuando reconoces algo valioso en alguien, tu propia cabeza reacciona. El cerebro libera sustancias asociadas al bienestar y a la conexión. Dicho sin tecnicismos: te sientes mejor. No por altruismo místico, sino porque estamos cableados así. Ver y decir lo bueno también nos beneficia.
EL RETO DE LA SEMANA
Reto navideño: esta semana regala palabras con intención. Reconoce, agradece, elogia. Haz que tu feedback sea parte del espíritu de la temporada. ¡Y disfruta la doble alegría de darlo!

