¿Alguna vez intentaste servir té en una taza rebosante? El líquido se derrama, se pierde... y no sirve de nada. Lo mismo pasa cuando intentamos enseñar algo a alguien cuya mente ya está “llena”, o peor, cerrada.

En formación (y así debería ser en todos los casos), la información no se regala: se vende. No con dinero, sino con interés. Nadie valora lo que no siente que necesita. Por eso, antes de enseñar, hay que abrir un espacio en la mente del otro. ¿Cómo? Haciendo preguntas, despertando curiosidad, mostrando el problema antes de ofrecer la solución. Es como en una tienda: uno no compra lo que no sabe que necesita.

Imagina que vas a enseñar a alguien a usar una nueva herramienta digital. Si solo explicas cómo funciona, tal vez no escuche. Pero si primero le preguntas cuánto tiempo pierde con el método actual, y luego le muestras cómo esta herramienta puede ahorrarle horas… ahí sí, la mente se abre. Y la información entra.

EL RETO DE LA SEMANA

La próxima vez que vayas a enseñar algo, no empieces hablando. Empieza preguntando. Vende la idea, antes de entregarla.


You may also like

{"email":"Email address invalid","url":"Website address invalid","required":"Required field missing"}
>