Habrás escuchado decir docenas de veces que los seres humanos nos resistimos al cambio y que nos cuesta mucho adoptarlo.
Pues no... en realidad, no nos resistimos al cambio.
¿Qué pasa si yo te digo que el cambio que vas a tener es que te van a subir el sueldo, que vas a salir a medio día los viernes o que vas a poder trabajar desde donde quieras?
¿Te resistes? Pues no.
Lo que pasa es que, cuando un cambio nos cae encima, nuestro cerebro automáticamente trata de identificar las amenazas que ese cambio nos trae. Hace una lista —inconsciente— de lo que vamos a perder, de los riesgos que enfrentamos.
No nos resistimos al cambio. Nos asustan las pérdidas.
¿Que mi empresa va a fusionarse con otra? ¿Voy a perder la seguridad que me da tener este trabajo? ¿El estatus? ¿Va a ser un proceso justo? ¿Ya no voy a estar con mi equipo?
Nos resistimos al cambio porque, inconscientemente, estamos convencidos de que vamos a perder algo valioso. Y por eso, muchas veces actuamos como verdaderos pain in the ass y, en lugar de colaborar, ponemos obstáculos en el camino.
¿Y si, en lugar de dejar esos miedos en el inconsciente, los pasas a la superficie y los enfrentas? ¿Y si, en lugar de mirar lo que puedes perder, te enfocas en lo que puedes ganar?
EL RETO DE LA SEMANA
Identifica un cambio que estés viviendo y haz una lista de las pérdidas que temes. Nombrarlas es el primer paso para transformarlas.
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Me está pasando ahora mismo, en la compañía para la cual yo laboro se abrió una postulación para un cargo superior y aunque me postulé al cargo tengo temor de la perdida de mi puesto actual, y me da temor enfrentarme a algo nuevo que no sé si seré capaz de afrontar y lograr los retos que exige ese cargo.