“Las lágrimas más amargas derramadas sobre nuestras tumbas son por las cosas que no se dijeron y las obras que no se realizaron” - Harriet Beecher
Harriet Beecher, autora de La cabaña del tío Tom, la tenía clara en el siglo XIX.
La tenía clara por allá en los años 1800 cuando el ritmo de la vida era bastante más lento que ahora… cuando había tiempo… cuando resonábamos con el andar de los caballos, el correo de las cartas escritas a mano y el tiempo de las estufas de leña, en lugar de vibrar al ritmo de los aviones, el Internet y el microondas.
La tenía clara: de lo que más no arrepentimos es de lo que no hacemos.
Nuestra sensación al escuchar los comentarios de muchos de los asistentes a nuestros seminarios, es que cosas tan importantes como visitar con regularidad a los abuelos, o promover las reuniones con los amigos, o motivarnos a pedir perdón y perdonar, o darnos el tiempo que necesitamos para poner en forma nuestro carácter, se van quedando de lado… olvidadas… para después... para cuando haya tiempo.
Y ese tiempo, ya lo sabemos, nunca llega.
Nunca llega porque estamos atrapados en el agite diario, en una carrera sin fin que apenas da tiempo de pensar en lo que sigue. Estamos atrapados, y cada vez que desaceleramos un poco nos damos cuenta de que estamos dejando de lado cosas verdaderamente importantes para nosotros, sin embargo, no hacemos nada hasta que sucede lo que Harriet Beecher dijo… y ya no hay marcha atrás.
La única manera de que todo ese correr diario tenga sentido es que incluya también las cosas importantes que le dan ese significado a todo lo demás.
Porque como dijo años mas tarde Anaïs Nim, ya iniciado el siglo XX,
“La gente que vive profundamente no tiene miedo a la muerte”.
EL RETO DE LA SEMANA
Piensa en dos o tres cosas que estés posponiendo en ti vida en general y en dos o tres en tu trabajo y de lo cual te arrepentirías si no lo haces. Escoge una personal y una laboral y lánzate no lo pienses más.
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