Una de las dinámicas que más nos gusta de nuestro módulo de reuniones es “La cata de vinos”.
Comenzamos adjudicando roles a los integrantes y les indicamos que tendrán una reunión para organizar una cata de vinos para la fiesta de fin de año.
Los diferentes roles van acompañados de las preferencias de cada uno. Hay a quienes les encanta el vino, quienes lo odian, quienes están tomando antibióticos, quienes no saben nada de vinos y así.
Empieza la reunión y es una deleite ver cómo discuten y defienden sus posturas y pelean porque no debería o si debería hacerse tal cosa.
Son grupos de personas donde es evidente que los gustos de cada uno están presionando debajo de los argumentos que esgrimen para un lado u otro.
En ese momento paramos el ejercicio y hacemos evidente que no tienen un objetivo, se los damos: el objetivo es coordinar los detalles de la cata de vinos para que la fiesta de fin de año sea divertida.
Es increíble ver cómo en un solo instante, solo con esa instrucción, un grupo de personas se convierte en un equipo.
La preferencias personales pasan a un segundo plano y aportar en pos del objetivo común se vuelve prioridad.
Se sienten unidos hacia un mismo destino y surgen sin vacilación las ganas de construir... de avanzar… de consolidar y se quedan por fuera la apatía… la oposición… la individualidad.
Un objetivo común. Ese es el elemento fundamental para que un equipo pueda llamarse así… lo otro… lo otro son simples grupos de personas donde cada quien es un mundo independiente.
EL RETO DE LA SEMANA
Saca al psicólogo(a) que llevas dentro, pues esta semana vas a ser observar activamente ¡ojo! observar, no juzgar, lo que sucede en tu entorno y a identificar cómo se comporta la gente cuando pone sus preferencias por encima de los demás y cuándo no… todo con el ánimo de identificar cuando hay o no un objetivo común.
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