Cuando el agua está turbia, no se ve bien. Nada bien. Es horrible.
La diferencia entre hacer esnórquel en aguas cristalinas o en arena revuelta es enorme. El mismo lugar puede ofrecerte una experiencia maravillosa o la horrible sensación de estar metido en un torbellino gris y confuso.
La única acción inteligente en esos momentos es salir del agua y tomarse un margarita en la playa. Con suerte, a la mañana siguiente el agua estará más tranquila.
Muchas veces cuando estamos trabajando en un proyecto las cosas se empiezan a complicar, todo se alarga, se traba y nos empeñamos en seguir y seguir pensando que una vez resolvamos ese escollo, vamos a terminar, pero nada… Lo único que conseguimos es terminar cansados y frustrados.
Aprender a dejar que la arena se asiente te puede ahorrar mucho esfuerzo y frustración. Hay que saber cuándo es momento de hacer una pausa con la intención de dejar que el agua se aclare, salir por un café o cerrar todo para retomar al siguiente día.
Cuando te alejas del asunto y lo dejas decantar, las cosas se ven más claras. Nada mejor que una noche de sueño reparador o un paseo al aire libre para ver las cosas desde una nueva perspectiva dando tiempo a que la arena descienda.
Esto aplica no solamente para proyectos, a veces, pequeñas tareas se nos complican y en lugar de insistir, podemos dejarlas en paz y volver más tarde.
También funciona para las grandes decisiones de la vida. Si te das cuenta de que estás dando vueltas y vueltas a un asunto y en lugar de tener claridad te enredas más y más… puede ser el momento de salir a la playa y tomarte un margarita.
EL RETO DE LA SEMANA
Esta semana haz consciencia del agua turbia. Cuando te agotes, te compliques o te confundas, deja que la arena se asiente y vuelve con aire fresco a retomar el asunto.
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