Inicialmente parecería que ser pasajero es más cómodo e implica menos riesgos. En cambio, ser conductor suena un poco pesado sobre todo cuando hay tráfico en horas punta. Y, aunque esto puede ser real al conducir un automóvil, no lo es para nada cuando se trata de nuestra propia vida.
Conducir implica tomar decisiones y asumir las consecuencias. Al igual que estacionar en lugares prohibidos trae como consecuencia una multa, aceptar un trabajo en una empresa trae como consecuencia tener un jefe, un horario y un período especifico de vacaciones. De la misma manera, así como en el primer caso no nos quejamos diciendo “no fue mi culpa dejar el coche mal estacionado”, cuando somos conductores de nuestra propia vida no deberíamos quejarnos de que “el jefe hace esto o aquello”, “pasamos demasiado tiempo en el trabajo”, o “no tenemos libertad de elegir las vacaciones”.
Cada vez que nos quejamos y nos sentimos víctimas de las circunstancias, estamos siendo pasajeros de nuestra propia vida y entonces no la vamos a poder vivir como realmente queremos. Cuando somos pasajeros, parecería que estamos permanentemente esperando a que las cosas cambien… a que el jefe sea menos incisivo, a que la empresa sea más flexible, a que la pareja sea más organizada, a que los padres sean más comprensivos, a que los hijos sean más estudiosos, a que el tráfico sea menos pesado, a que los políticos sean menos corruptos, a que la gente sea más respetuosa… a tantas y tantas cosas, que la vida se nos pasa esperando que las cosas cambien y entonces ¿Quién está viviendo nuestra vida?
Ser conductores en la vida implica hacernos conscientes de cada decisión que tomamos y asumir la responsabilidad ante las consecuencias de hacer o de no hacer (porque quedarse quieto también trae consecuencias). Implica asumir una actitud activa para cambiar las cosas que no nos gustan o para adaptarnos a las que no podemos cambiar. Implica responsabilizarnos de nuestra propia felicidad y no esperar que todo nuestro entorno se conjugue armoniosamente para que podamos ser felices.
Así pues, parecería que ser pasajero es más cómodo e implica menos riesgos… pero la verdad es que no es tan cómodo dejar que decidan por nosotros y es más riesgoso poner nuestra felicidad en manos de otros.
EL RETO PARA ESTA SEMANA:
Esta semana solo observa tu lenguaje. No lo cambies, solo obsérvalo e identifica qué frases incluyen una queja o expresan que eres víctima de las circunstancias. Haz conciencia de las cosas que dices en las que es culpa o responsabilidad de “otro” lo que te está pasando.
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