A ti te pagan por opinar…
Si no se requiriera de tu criterio, tu trabajo lo podría hacer una persona con menos experiencia o inclusive un computador.
Pero nada más desesperante que las conversaciones en las que todo el mundo opina, extendiéndose en sus explicaciones y dándole vueltas al asunto.
Para expresar opiniones de manera concreta, lo ideal es que adquieras el hábito de expresarte con una estructura muy simple, pero muy poderosa:
Qué, porqué y entonces…
Si quiero decir que no estoy de acuerdo con que nos reunamos a la hora de la comida para un working lunch, al utilizar la estructura diría: prefiero hacerlo en otro horario (el qué: mi opinión) porque la comida es el único momento del día en que toda mi familia se reúne (el porqué: el soporte) y nosotros podemos coincidir en otro horario fácilmente (el entonces: la conclusión).
«Prefiero hacerlo en otro horario porque la comida es el único momento del día en que toda mi familia se reúne y nosotros podemos coincidir en otro horario fácilmente.»
Y listo. Una corta frase estructurada ofrece una opinión clara, la sustenta y muestra el impacto.
Esto mismo, manejado sin estructura, se puede convertir en una serie de explicaciones sobre la historia de tus comidas familiares, suposiciones sobre lo que los demás opinan de los almuerzos de trabajo y hasta estudios científicos que demuestran que la comida que no se disfruta no nutre.
